Sergio Marchi es un reconocido periodista de rock. En 2005 publicó el libro El Rock perdido, de los hippies a la cultura chabona. Allí se propone explicar cómo el género nacional, desde sus comienzos en la década del sesenta, llegó a la tragedia de Cromañón. El autor expresa así una clara posición respecto de las transformaciones que fue sufriendo la oferta musical y el público, en el marco de los acontecimientos que tanto golpearon a la Argentina. La siguiente entrevista nos acerca a su trabajo y, sobre todo, a su modo de entender la realidad del país.
-Cerrás El Rock Perdido a modo de reflexión, invitando al lector a pensar en la posibilidad de recuperar el rock nacional ¿Vos sos optimista respecto de esa tarea que se tiene por delante?
No. Si un país atraviesa alguna circunstancia complicada eso va a aparecer en el rock porque no se aísla respecto de las cosas que pasan sino que las contiene, las refleja. A mí la Argentina no me ofrece muchas esperanzas, entonces ¿por qué el rock habría de ofrecérmelas? Sin embargo, la historia está en movimiento, no está dicha la última palabra y las cosas pueden cambiar, pero yo no veo que por ejemplo en los últimos cinco años las cosas se hayan modificado, tal vez sí en el país pero no dentro del rock ni en la gente. Yo creo que hasta que no haya un cambio de mentalidad general, esto va a seguir siendo así.
-En las primeras paginas de tu libro, decís que todavía permanece cierta “resistencia hacia el rock en el inconsciente colectivo argentino”; sin embargo, cuando uno termina de leerlo queda la sensación de que el rock nacional se ha convertido en un fenómeno verdaderamente masivo, quizás demasiado, ¿esa masividad, de alguna manera, no entra en contradicción con la resistencia de la que hablas?
Puede que entre en contradicción, pero que sea masivo no quiere decir que tenga una aceptación plena. Lo que pasa es que hay una desconfianza, son resabios que quedan: ah este es rockero, seguro que es puto, drogadicto, negro, judío… y se le ponen un montón de etiquetas de rechazo.
Puede que entre en contradicción, pero que sea masivo no quiere decir que tenga una aceptación plena. Lo que pasa es que hay una desconfianza, son resabios que quedan: ah este es rockero, seguro que es puto, drogadicto, negro, judío… y se le ponen un montón de etiquetas de rechazo.
-¿Es una característica propia de la sociedad argentina o se da también en otros países?
No, yo creo que es de acá.
No, yo creo que es de acá.
-¿Y a qué le atribuís esa resistencia?
El argentino de por sí es racista, si no es con los negros es con los bolivianos o con los peruanos o con los paraguayos o con los coreanos, con todo aquel que es diferente, y el rockero es diferente.
El argentino de por sí es racista, si no es con los negros es con los bolivianos o con los peruanos o con los paraguayos o con los coreanos, con todo aquel que es diferente, y el rockero es diferente.
-Te retransmito una pregunta que le hiciste a Luis Alberto Spinetta en la entrevista que cierra al Rock Perdido: ¿sólo por la desgracia que sufrió el país se puede explicar la caída del rock en Argentina?
Hay varias explicaciones. La idea de la futbolización del rock, puede tener que ver con las crisis económicas o no, pero es un hecho. Yo te cuento mi experiencia, no me pidas que piense como un chico de veinte, yo viví el rock a partir del año setenta y cuatro, ni siquiera soy de la primera generación. Pero antes cuando uno veía al tipo que iba a la cancha a cagarse a trompadas pensabas: como ese, no; en cambio hoy, los pibes ven al barrabrava que se falopea y se agarra a piñas como algo divertido. Entonces el rock se termina convirtiendo en todo aquello que alguna vez detestó y en ese viraje hay algunos malos entendidos. Y también está la crisis del país y de la educación, sobre todo en lo que tiene que ver con los modales, con el respeto por el otro. Antes en los recitales nos cuidábamos entre todos, ahora acá parece que tenés que ir a enfrentarte con la policía para tener chapa de macho, tenés que hacer un montón de cosas machistas de las que el rock siempre abjuró. Yo veo mucha mediocridad dentro del rock hoy en día y que el negocio funciona para potenciar esa mediocridad. Veo algunas de las bandas nuevas que saca Pop Art y me quiero matar, como un grupo que se llama Pánico Ramírez que tiene un tema que se llama Soy Karadajian; digo, que chiste viejo… ¿no tiene nada que hacer esa gente que se pone a pensar en esas pelotudeces?, ¿no tienen ninguna inquietud?, ¿leen algún libro?, ¿saben quién mierda es Borges?, ¿leyeron alguna vez un cuento de Cortázar? El rock antes te llevaba para esos lados.
*Agustina Cavaliere*
Hay varias explicaciones. La idea de la futbolización del rock, puede tener que ver con las crisis económicas o no, pero es un hecho. Yo te cuento mi experiencia, no me pidas que piense como un chico de veinte, yo viví el rock a partir del año setenta y cuatro, ni siquiera soy de la primera generación. Pero antes cuando uno veía al tipo que iba a la cancha a cagarse a trompadas pensabas: como ese, no; en cambio hoy, los pibes ven al barrabrava que se falopea y se agarra a piñas como algo divertido. Entonces el rock se termina convirtiendo en todo aquello que alguna vez detestó y en ese viraje hay algunos malos entendidos. Y también está la crisis del país y de la educación, sobre todo en lo que tiene que ver con los modales, con el respeto por el otro. Antes en los recitales nos cuidábamos entre todos, ahora acá parece que tenés que ir a enfrentarte con la policía para tener chapa de macho, tenés que hacer un montón de cosas machistas de las que el rock siempre abjuró. Yo veo mucha mediocridad dentro del rock hoy en día y que el negocio funciona para potenciar esa mediocridad. Veo algunas de las bandas nuevas que saca Pop Art y me quiero matar, como un grupo que se llama Pánico Ramírez que tiene un tema que se llama Soy Karadajian; digo, que chiste viejo… ¿no tiene nada que hacer esa gente que se pone a pensar en esas pelotudeces?, ¿no tienen ninguna inquietud?, ¿leen algún libro?, ¿saben quién mierda es Borges?, ¿leyeron alguna vez un cuento de Cortázar? El rock antes te llevaba para esos lados.
*Agustina Cavaliere*
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