viernes, 2 de julio de 2010

"Lo que TVR pasaba no era el Cupido real"


Quien fuera la voz en off del famoso ciclo de Much Music carga contra los que se mofaban de su programa y se arrepiente de no haber explicado con exactitud cómo se hacía. Pero aclara: "La televisión ve sistemáticamente el defecto físico. ¿Por qué yo tenía que entrar en ese juego?"

Estudia Letras en La Plata-donde piensa recibirse este año-, hizo radio, produjo TV, intentó como guionista y ahora trabaja en la web de la Revista Ñ. Sin embargo, Franco Torchia es más conocido por haber sido el conductor de Cupido, el famoso ciclo que emitió Much Music allá por el 2002. Con enormes anteojos y pelo "a lo nerd", este hombre de 34 años hace honor a eso de que "las apariencias engañan".
Luego de dar sus primeros pasos en la TV regional, arrancó en Maratón VJ, un cásting público de presentadores. Años más tarde fue productor ejecutivo del programa por el que sería recordado. "Presté mi voz por casualidad. Hice unas pruebas, me gustó y quedé por una suerte de chiste interno. Además, era mas barato que contratar a alguien", agrega.
Durante más de tres años, el programa enamoró a los jóvenes y provocó un giro en la televisión por cable. Con una propuesta de una hora, donde un chico y una chica conversaban entre sí sin verse las caras, Cupido sustentaba con creces su eslógan "Contra las apariencias y a favor del corazón”. "Tenía una identidad muy fuerte porque lo hacíamos con seriedad", destaca Torchia.
Cupido mostraba abiertamente en pantalla las charlas sobre sexo entre los participantes, sólo interrumpidas por las preguntas afiladas de su conductor. "Las condiciones de esta libertad era que no ganaba demasiado. Pero a mí nunca me importó la plata y capaz por eso no pude hacer carrera en el medio", señala.
Este estilo "independiente" hizo que programas como TVR se apropiaran de sus segmentos divertidos. Muchos recordarán frases como "Son más feos que pisar mierda descalzo" o "Es gorda y fulera", disparadas al aire por los televidentes, a causa de la falta de filtros en los llamados telefónicos. "La televisión ve sistemáticamente el defecto físico. Pero, ¿por qué yo tenía que entrar en ese juego y no mostrar a un chico sin un diente, por ejemplo, o cortar la línea?", justifica Torchia, quien asegura que sólo se sobrepasó "con una señora muy negada pero necesitada" y otra vez al juntar a un chico apellidado Perón con una Martínez de Hoz.
Torchia explica que los participantes eran seleccionados sin que la producción los conociera físicamente. "Llamábamos a uno por uno y establecíamos formas de compatibilidad en relación a sus características, pero los veíamos en persona el mismo día del programa", explica. En este sentido, se arrepiente de "no haber exigido más a la gente de prensa para que se contara cómo era realmente el trabajo que hacíamos".
Líder de audiencia en el canal de los videos musicales, Cupido se convirtió también en un ícono gay. "Empezamos a recibir reclamos por teléfono y vía mail de homosexuales que querían venir. Nunca se promocionaron las uniones", afirma. El ciclo fue, en el 2003, el primer y único exponente local que ofrecía ese servicio televisado a los homosexuales.
Pese al indudable éxito del programa, Torchia dice que "todo fue demasiado vertiginoso" y que sus días estaban contados en la televisión. "En su momento no sabía qué iba a hacer después de Cupido. Tenía una ´angustia de influencias´, agrega. Hoy trata de sortear ese escollo en otro ámbito de trabajo, aunque dice que aún no puede adaptarse del todo.

*Martín Hermida*
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martes, 29 de junio de 2010

El prócer del crucigrama argentino por excelencia

Cristian Helman, autor de la Claringrilla, habla de su relación con los lectores y la historia detrás de este famoso juego de ingenio.

Un estudio realizado en Estados Unidos por investigadores de la Universidad de Pensilvania confirmó que la mente se puede fortalecer mediante técnicas de razonamiento. Si vinieran al país, estos expertos podrían decir entonces que si usted desea evitar el mal de Alzheimer, debe hacer diariamente la Claringrilla, el ya clásico hobbie argentino que cumplió 45 años. En este ejercicio mental, el lector debe completar todas las palabras horizontales que están definidas, con la ayuda que dan unas cuantas sílabas, para obtener así el premio de una frase de un pensador famoso, formado en dos columnas. Pero, ¿quién es el responsable de tan ardua tarea? “La gente piensa que lo hace gente de Clarín. Cuando les digo que es una labor mía no pueden creerlo”, explica Cristian Helman, el autor de la Claringrilla.

La historia detrás de un juego

Licenciado en Sistemas, este hombre de 60 años encontró su pasión por una tradición familiar. Corría el año 1965 cuando su tía, Blanca Lila Orzábal, visitó una quinta, invitada por su amigo Roberto Noble, ex dueño de Clarín. En un rapto de lucidez, lo felicitó por el diario, pero le dijo que el crucigrama era aburrido. Noble la desafió: "Inventá algo para reemplazarlo". Ella aceptó y ese mismo día concibió la Claringrilla.

Como el trabajo inicial fue más arduo del que imaginaba, Blanca delegó parte de su tarea a su hermana, la madre de Helman. En aquellos días, el juego se hacía de forma completamente artesanal, ya que no existían las computadoras personales. "En 1998 murió mi tía y a partir de ahí empecé a hacer su parte, mientras mi mamá seguía con lo suyo. En el 2000 tomé la responsabilidad total cuando ella falleció", continúa.

En ese año, Helman comenzó a ver que el lápiz y papel como herramienta de trabajo ya quedaba fuera de época. Hasta ese entonces, se usaba un borrador para confeccionar una primera versión, luego se asentaba el crucigrama definitivo en un cuaderno y finalmente se tipeaba en una máquina de escribir con original y copia en papel carbónico. “El único avance a lo largo de los años fue el liquid paper”, bromea. Pero el auge de las computadoras hacía fundamental un cambio de perspectiva y por eso Helman comenzó a desarrollar su conocimiento en informática. “Al principio costaba mucho y hasta se hacía engorroso, pero con el tiempo bajé el tiempo de elaboración de la Claringrilla a 6 horas”, señala quien en un principio contaba con dos colaboradores para asesorarlo en esta labor.

A partir de allí, uno de los mayores desafíos fue asegurar que su trabajo no perdiera la calidez y humanidad que sólo un producto artesanal puede brindar. “Creo que si mantenés la esencia, la dificultad y la calidad del entretenimiento, el lector siempre te da la seguridad de que el trabajo que hacés valió la pena”, asegura.

Hoy en día, la Claringrilla posee la fusión perfecta entre el trabajo humano y el informático. “La PC no reemplaza el trabajo, pero lo acelera”, señala Helman, quien para hacer la Claringrilla tiene una base de datos de 30 mil palabras, de entre 3 y 9 letras. Todas aparecieron aproximadamente una vez al año, durante los 44 que lleva la sección en el diario. No se usa nuevamente el mismo vocablo a menos que hayan pasado seis meses como mínimo. Con respecto a las frases –entre 37 y 42 letras- que premian el crucigrama, Helman es también quien las elige, al principio de cada mes. Nunca se repite un mismo autor ni se aborda un tema idéntico dos días seguidos. La exigencia es alta; quien intente resolverlo debe saber que es fundamental la práctica. Helman dice que es “una técnica”. “La persona que lo hace todos los días lo termina siempre completo”, concluye.

El lector

Sin duda, uno de los mayores acicates para que la Claringrilla se hiciera conocida a niveles antes impensados ocurrió en 1991. En aquel año, comenzó a salir también los domingos. “La cantidad de correos que nos llegaban aumentó sideralmente”, agrega. Con el tiempo, esta sección del diario se hizo más conocida, por lo que Helman empezó a reclamarle a Clarín que publicara en la contratapa que el trabajo lo hacía él. Así se generó una fricción que continúa hasta hoy en día. “Tengo todas las de perder”, sentencia.

Este inconveniente afectó en adelante lo que había sido su salto a la fama: la relación con el lector. “Recibo pocos llamados al mes porque en Clarín me siguen manteniendo en el anonimato”, afirma. De todas formas, le sobra las anécdotas de este tipo. “El otro día me llamó un señor de 85 años que resolvió la Claringrilla toda la vida. Me felicitó y quedamos para encontrarnos esa misma semana en un bar, lo que finalmente sucedió”, señala. Además, gracias a su trabajo tiene la amistad de China Zorrilla y de Mirtha Legrand, quienes aseguran que este popular crucigrama ayuda a mantener “la cabeza fresca”.

Quizá Helman desconozca hasta qué punto llega la pasión de la gente. El juego ya tiene un lugar en Facebook. Una señora relata allí su experiencia: “Hace más de 25 años que lo hago todos los días. Soy fan total”.


*Martín Hermida*

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