La mafia alude a una sociedad secreta formada a mediados del siglo XIX en Sicilia, Italia. Más tarde, una rama emigraría a los Estados Unidos, alcanzando su cima en el siglo XX. Goodfellas (Buenos muchachos) de Martin Scorsese y The godfather (El padrino) de Francis Ford Coppola, son dos de los pocos títulos que pueden retratar sin menoscabo la sociedad americana de aquel entonces. ¿Qué imagen nos dan de la mafia y en qué se diferencian?
Estrenada en 1990, Goodfellas, con sus giros y un estilo muy característico, nos dirige al reino de lo íntimo y lo familiar, donde la mafia pareciera ser una forma de vida normal. La violencia es el hilo conductor, el lazo que une las vidas de todos los muchachos, desde el matón agresivo y poco cerebral, interpretado por Joe Pesci, hasta la mente criminal más implacable, interpretada por Robert De Niro.
En cambio, El padrino, de 1972, es en palabras del propio Coppola una alegoría del surgimiento del capitalismo. Por eso la historia se puede tornar distante. Pero de allí el mayor logro de esta película: es una fiel descripción del precio del poder, de cómo los más nobles sentimientos y la tradición pueden envilecer a un ser humano. El sentido del deber y la violencia ceñida a un argumento son parte del complejo megalómano de Coppola. Además, este clásico le da a la mafia su más viva expresión cuando Michael toma las riendas de la familia, mientras que difícilmente podremos verla en plenitud en Goodfellas, con las experiencias de un novato gangster como Henry Hill, el protagonista de la historia. Y todo ello sin nombrar la palabra mafia en el guión.
De este modo, el respeto a la familia y la solemnidad de El padrino contrastan con la amistad y redención, temas predilectos de la obra de Scorsese. No hay una mejor que otra, simplemente dos formas distintas de encarar un mismo concepto: la mafia italiana.
*Martín Hermida*
En cambio, El padrino, de 1972, es en palabras del propio Coppola una alegoría del surgimiento del capitalismo. Por eso la historia se puede tornar distante. Pero de allí el mayor logro de esta película: es una fiel descripción del precio del poder, de cómo los más nobles sentimientos y la tradición pueden envilecer a un ser humano. El sentido del deber y la violencia ceñida a un argumento son parte del complejo megalómano de Coppola. Además, este clásico le da a la mafia su más viva expresión cuando Michael toma las riendas de la familia, mientras que difícilmente podremos verla en plenitud en Goodfellas, con las experiencias de un novato gangster como Henry Hill, el protagonista de la historia. Y todo ello sin nombrar la palabra mafia en el guión.
De este modo, el respeto a la familia y la solemnidad de El padrino contrastan con la amistad y redención, temas predilectos de la obra de Scorsese. No hay una mejor que otra, simplemente dos formas distintas de encarar un mismo concepto: la mafia italiana.
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