lunes, 29 de septiembre de 2008

ENTREVISTA A NORMAN BRISKI


Norman Briski no sólo es uno de los actores y maestro de actores más reconocidos y prestigiosos de nuestro país sino también un hombre comprometido políticamente con la sociedad.
¿Tu familia le dio mucha importancia a lo cultural durante tu infancia?
Si, mi padre y mi hermana. Muchísima. Venían artistas a mi casa, siempre íbamos al teatro. Mi viejo daba los artefactos eléctricos del teatro, entonces yo entraba gratis y veía todo lo que se estaba haciendo. Estaban muy metidos en la cultura. Mi mama tocaba el piano. Además, todos eran lectores. Por otro lado, en la escuela, tenía una doble escolaridad. A la mañana iba a la escuela pública y a la tarde iba a la escuela judía que era de cultura y tradiciones izquierdistas, socialistas, comunistas.
Era del partido comunista….
Exactamente.
Entonces se puede decir que de chico mamaste toda la cuestión de política…
Mame la 2° guerra, los 7 hermanos de mi padre asesinados en Europa, mis abuelos, etc. Yo me acuerdo de haber presenciado la terminación de la 2° guerra mundial, la caída del Reich.
Es curioso que viniendo de padres comunistas (antiperonistas) terminaste ligando al peronismo.
Es que hay una izquierda peronista que mis padres no tenían, al contrario, eran antiperonistas. Sin embargo yo estuve ligado a la clase trabajadora desde chico; yo vi el peronismo en sus 10 años, lo viví y supe lo que pasó con las mayorías. Entonces siempre dije que no podría haber hecho otra cosa porque ví el progreso en la clase trabajadora, la alegría del pueblo, la alegría de las mayorías. Así que tuve una relación con la potencia del peronismo en ese momento en la infancia.
Por: Federico Millenaar

Teniendo en cuanta tu vinculación con las organizaciones culturales de Montoneros y tu participación en el peronismo de base ¿Qué te dejó tu experiencia política? ¿Algo de escepticismo?
Si….No tendría una ubicación en ninguna organización, tampoco como miembro de un partido. La realidad no me permitiría identificarme con ningún partido. Para mí el peronismo terminó su ciclo progresista. Por eso Zamora significaba un salto cualitativo en el pensamiento social o político y también fracasa por razones de cadencia o conducción.
Se puede decir que te desengañaste un poco…
No, yo no me desengañaría por nada pero es porque ya tengo tanta cultura que sé que el escepticismo es una enorme fuerza. El que es escéptico puede mover montañas dice Bretch. El escepticismo a mi me da fuerza, no me quita el interés por saber qué pasa, pero sí se puede decir si soy escéptico con estos progresismos, con el peronismo de hoy, con la clase política argentina.
Yendo más para el lado de su carrera. ¿Cómo definirías tu formación?
Tengo una formación, o mejor dicho, una información informal. Soy muy informal. Ojala hubiese podido ser más consecuente, menos irregular. Yo he estado en los lugares de puro aventurero, o sea mi formación es la formación de un aventurero, me meto acá y allá. Nunca estuve demasiado en ninguna institución.
¿Esta educación informal la trasladas cuando le toca enseñar?
Cuando enseño creo que la perseverancia es la parte más necesaria. Como también es muy necesaria para algunas personas la capacidad de aventura. Aventurarse. Para mí sería bueno llegar a institucionalizar algunas cosas, por ejemplo estar tres años estudiando con permanencia. Soy muy irregular y hago todo pero en formas infantiles. Todo eso lo hago pero no con un encuadre. En cambio cuando enseño el encuadre es importante. En veinte años que doy clases debo haber faltado 3 veces.
¿A qué te referís con términos infantiles?
En que la forma infantil quiere jugar y que cuando no es un juego, te aburrís. Entonces, cuando está esa cosa de permanencia, de rutina y que se yo, se acaba el juego, uno tiende a huir.
Decís que empezaste de muy chico a hacer esto…
A los 5 años. Estaban en Santa Fe, preparando una obra, y miraba por el vidrio de la puerta. Entonces la maestra, que era de esas buenas maestras, se dio cuenta y me hizo pasar y poner en la obra, y así fue la primera vez que subí a un escenario, donde decía una frasecita.
Eso lo marcó hasta ahora…
No sé si me marcó. Pareciera que sí. Lo que verdaderamente me marcó fue “Esperando a Godot”. Fue una obra que vi en Córdoba. Me colaba al teatro, con los ojos azules es fácil colarse; pasaba, y me iba al palco. Miré la obra y dije “qué hacen estos tipos con los zapatos, con la zanahoria”. No podía creer que el teatro pudiese tener una visión tan novedosa, fui atrás y mire como salían y entraban. Me entusiasmó muchísimo saber que existía esa estética y dije “esto me gusta”. Eso sería a los 16 años. Estudiaba y me escapaba. Era muy de escaparme por la ventana y hacer cortocircuito para no tener más clases. Pero no era mal alumno tampoco…. Estudiaba para técnico electromecánico y era mucho más divertido que estar con los juegos de clase media tradicional.
¿Tu familia te apoyaba?
Ni me apoyaban ni me sacaban el apoyo. No se ocupaban mucho de nosotros. Tenía que pasar algo muy grave, por ejemplo tirar tiros en la escuela. No era muy bandido pero tampoco era tranquilo. Estaba detrás de alguna cosa divertida.
Volviendo al tema de la política….Durante tu exilio ¿veías al teatro como una forma de hacer política revolucionaria?
Yo creo que el teatro puede acompañar pero no vas a hacer una revolución con el teatro ni mucho menos. Es más del campo de la subjetividad. Puede inquietar o movilizar determinadas cosas. Es un juego que sería bueno reconocer, y a mi me gusta mucho, pero tampoco voy a cambiar al mundo con eso.

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