lunes, 13 de octubre de 2008

Más lágrimas que gozos

Tras más de tres años de parate y seis sin disco de estudio, Ska-p volvió al ruedo con Lágrimas y gozos, un álbum que se adentra más en el ska-punk festivo y menos en el sonido duro con una lírica panfletaria (mejor dicho, revolucionaria) que habían caracterizado a sus últimos dos trabajos. De anarquistas a acérrimos defensores de Hugo Chávez, la vuelta llena de interrogantes no sólo la vigencia actual de la banda sino también su credibilidad política.
El séptimo disco de Ska-p comprende trece canciones con letras directas y un estilo híbrido ska-punk-hardcore, constantes del grupo oriundo de Vallecas desde su inicio, allá por 1994. Sólo que esta vez se destacan las tonadas picarescas, casi juglares, que habían puesto en el tapete la inmadurez del grupo en su primer LP. Ejemplos de ello son Ni fu ni fa, que expresa la ausencia de salidas realmente democráticas a través del voto o El imperio caerá, que a ritmo de una ska bailable proclama la caída del imperio yanqui. Pero eso no es todo: sobreabundan los sonidos monocordes del punk, que por si fuera poco se repiten previsiblemente en casi todos los temas. En este sentido, la”joyita” de Lágrimas y gozos es su single, Crimen sollicitationis, cuyos ritmos varían en sentido ordenado; la letra, por su parte, habla de un tema aparentemente simple, pero que en este caso refiere a un documento del Vaticano donde se describe el “procedimiento de silencio” ante los casos de sexo relacionados con el personal eclesiástico.
Si el disco es pobre en cuanto a forma, lo es más por su contenido. Parece que el “parón indefinido” fue un punto de inflexión ideológico: una controvertida canción titulada El Libertador alaba la gestión del presidente venezolano Chávez y aplaude “el tiempo de transición en toda América”, lo que ilustra el profundo desconocimiento del grupo en este punto. El tercero de la foto, otra de ellas, trata sobre Aznar y su intervención en la reunión de las Azores –una cuestión tratada muy superficialmente, en una obvia crítica (cuándo no) al “imperialismo yanqui”, el culpable de todos nuestros males-. La unión entre política y sentimentalismo chabacano (Qué puedo decir) y el catastrofismo en relación a la ecología (Decadencia) son otras pálidas del disco. Tal vez su visión anarquista (aunque simplista) sólo se condiga con 2 temas: La colmena, que utiliza una metáfora para llamar a la rebelión, y Vándalo, que pone en duda el sentido de “vandalizar” la protesta.
Pero Lágrimas y gozos es, pese a sus desaciertos, un disco de ska-p: las frases de esperanza en sintonía con el inconformismo social y la crítica al capitalismo, junto con un ritmo alegre pero embroncado, representan al grupo español en su esencia. Además, se reafirma la contundencia del grupo en la voz de Pulpul y la acentuación de los vientos, que otorgan prolijidad a algunos temas. Esto no quita que los elementos puestos en juego no sean los esperados ni que algunas canciones exijan una revisión del grupo en base a su creencia anarcosocialista. Será cuestión de evaluar su impacto en el público argentino, que espera con ansias su presentación el 29 de noviembre en el Club Ciudad.
*Martín Hermida*

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