sábado, 11 de octubre de 2008

El intrincado camino de los tomates



Las ferias de barrio son algo cotidiano en las calles porteñas. Colegiales no es la excepción, a metros de la estación de tren, todos los años se montan varios puestos de alimentos sobre la vereda. Era una soleada mañana de sábado, cuando por fin decidí ir a conocerla...

“1 kilo de tomates” pide una señora que, como tantas otras, llega en compañía de su changuito maltrecho; tomates redondos y bien rojos que descansan en la sombra fresca y brillan cada vez que se cuela un rayo de sol por la trama plástica de los improvisados techos. Pasa el tren y ya falta poco para el mediodía, la cuadra está invadida por una hilera de puestos que miran a las vías y dan la espalda a los autos que no pasan. A metros de la estación de Colegiales, cada mañana de sábado se monta este provisorio paisaje que es el inconveniente del peatón desprevenido y el festín de las señoras del barrio.
Pollos y huevos de granja, gallinas, conejos, el olor frío del pescado que reposa sobre gruesos colchones de hielo, sacos hinchados de cereal; la gente va y viene con sus bolsas o se detiene frente a los mostradores a discutir con sus pares las bondades de llevar, por ejemplo, una plantita de albahaca en maceta.
El laberíntico paseo avanza por el espacio que resta entre los comercios y el alambrado; y es cierto, se torna algo inquietante cuando la mirada se desliza por los mugrientos recovecos que se forman en las vías, tan próximos como alarmantes; pero a nadie parece importarle este detalle...
El último es el puesto de las verduras y las frutas, él más concurrido; la gente hace cola para que le pesen la compra, arrojándose, casi, contra la mesada de especias que se venden al lado del paso a nivel. Y allí mismo, enfrentado a la mujer de los condimentos, justo en la esquina de Crámer y Lacroze, un hombre está sentado ante una máquina de coser y hurga, cabizbajo, el embrollo de tela que tiene sobre la falda.
El tren pasa de nuevo, toda la cuadra sufre escalofríos, y la señora de los tomates se va alejando a paso de hormiga, con su changuito a los tumbos, empachado de feria.


*Agustina Cavaliere*

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